El cura de vericueto: 11

El cura de vericueto Segunda parte - Capítulo V de Leopoldo Alas Al llegar a este punto en su lectura, Higadillos, que estaba verde, se inclinó sobre el arca que habíamos sacado de su escondite, que era bajo la cama del difunto, y empezó a sacar papeles y papeles, todos iguales, todos pequeños y escritos sólo por un lado. Unos cuantos renglones y una firma; la firma del barón de Cabranes. Eran los recibos de las cantidades que Celorio, el cura de Vericueto, había entregado a su acreedor para ir matando la deuda, el cáncer de su vida. Celorio había visto la tierra de promisión: la libertad. Moría cuando ya no debía nada. Por eso contaba Ramona que pocos días antes, como un pobre ciego se había parado a la puerta rascando el violín, al ir a echarle ella con cajas destempladas, según costumbre, oyó la voz del amo que gritaba: -¡Que pase quien sea! ¡que pase! Y había pasado el ciego, y el cura, con cara de Pascua, le había entregado dos monedas de dos pesetas,...

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