El conde de Montecristo: 5-01

El conde de MontecristoQuinta parte: La mano de DiosCapítulo 1 de Alejandro Dumas Capítulo primeroLa acusación El señor d'Avrigny hizo que el magistrado, que parecía cadáver, recobrara en seguida el conocimiento. -¡Ah! ¡La muerte se ha apoderado de mi casa! -dijo el señor de Villefort. -Decid más bien el crimen -respondió el doctor. -¡Señor d'Avrigny! -gritó Villefort-, no puedo expresar lo que pasa por mí en este instante, no sé si es miedo, pesar o locura. -Sí, lo creo -respondió d'Avrigny con calma-, pero me parece que es tiempo de obrar, es tiempo de que pongamos un dique a ese torrente de mortalidad. En cuanto a mí, me siento incapaz de guardar por más tiempo este secreto, si no es con la esperanza de vengar muy pronto a la sociedad y a las víctimas. Villefort lanzó en derredor suyo una mirada sombría y murmuró: -En mi casa -murmuró-, en mi casa. -Vamos, magistrado -dijo d'Avrigny-, sed hombre. Intérprete de la ley, honraos a vos mismo por medio de...

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