El conde de Montecristo: 3-06
El conde de MontecristoTercera parte: Extrañas coincidenciasCapítulo 6
de Alejandro Dumas
Capítulo sextoLa lluvia de sangre
Cuando el platero entró en la casa, echó una mirada interrogadora a su alrededor, pero nada parecía inspirarle sospechas.
Caderousse tenía el oro y los billetes entre sus manos. La Carconte se mostraba risueña con su huésped, lo más amable que podía.
-¡Ah!, ¡ah! -dijo el platero-, parece que temíais no haber contado bien, ¿estabais repasando vuestro tesoro después de mi partida?
-No -dijo Caderousse-, pero el acontecimiento que nos ha hecho poseedores de él es tan inesperado, que cuando no tenemos a la vista la prueba material, creemos estar soñando.
El platero se sonrió.
-¿Tenéis viajeros en vuestra posada? -preguntó.
-No -respondió Caderousse-, no duerme aquí nadie; estamos muy cerca de la ciudad y nadie se detiene en la posada.
-Entonces, voy a causaros una gran molestia.
-¿Vos? ¡Oh!, no, de ningún modo.
-Veamos, ¿dónde me...
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