El comendador Mendoza: 22

Capítulo XXI 22 Pág. 22 de 31 El comendador Mendoza Juan Valera El destino de D. Casimiro es el más extraño caprichoso entre los de cuantos personajes figuran en esta historia. En el tejido de su vida había puesto él un orden envidiable y gastado poquísimo. Así es que, por más que D. Casimiro distase mucho de ser un águila en nada, había atinado a darse tan buena traza con economía y juicio, que era un señor acaudalado para lo que entonces se usaba en Villabermeja. Esto se lo debía a sí mismo, y, de ello podía estar con razón y estaba orgulloso. Lo que debió a la casualidad, a un conjunto de hechos para él inexplicables, fue el momentáneo encumbramiento a novio de su linda y rica sobrina la señorita Doña Clara. Con cincuenta y seis años de edad, no pocos padecimientos y la facha que ya hemos descrito, don Casimiro mismo, a pesar de su amor propio, que no era flojo, había hallado, allá en el centro de su conciencia, un si es no es inverosímil...

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