El comendador Mendoza: 21

Capítulo XX 21 Pág. 21 de 31 El comendador Mendoza Juan Valera La lectura de escrito tan melancólico aguó el contento del paseo del Comendador y de su sobrina. Apenas se hablaron ya hasta volver a casa. Aquella crisis repentina del alma de Clara puso a D. Fadrique taciturno. Las ideas que acudían a su mente no eran para reveladas a su sobrina. Pensaba el Comendador que el perpetuo roce del espíritu de Doña Blanca con el de su hija; que la presión que ejercía en aquella joven de diez y seis años el severo y atrabiliario carácter de su madre, y que los terrores de que había cargado su conciencia, tenían a la pobre Clara en un estado de ánimo no muy distante del delirio. La carta a Lucía era la señal alarmante que Clara daba de aquel estado. El Comendador, empero, aunque lleno de zozobra, decidió no intervenir aún en nada. La resolución de la crisis podía ser favorable si él no intervenía. Su intervención podía hacerla más peligrosa. La...

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