El comendador Mendoza: 19

Capítulo XVIII 19 Pág. 19 de 31 El comendador Mendoza Juan Valera Después de haberse enterado de la conversación entre el fraile y Doña Blanca, el Comendador se abstuvo de tomar una resolución precipitada. Se contentó con rogar a su maestro que no se volviese a Villabermeja, que siguiese frecuentando la casa de Doña Blanca y que tratase de desvanecer todo recelo en dicha señora, prometiéndole no hablar con Clarita de la proyectada boda ni decirle nada en contra de los deseos de su madre. El Comendador quería meditar, y meditó largamente, sobre el asunto. Sus meditaciones (ya hemos dicho que el Comendador era descreído) no podían ser muy piadosas. Era también el Comendador alegre, fino y sereno, y nada podían tener de apasionadas sus meditaciones. Su espíritu analítico le presentaba, sin embargo, todas las dificultades del caso. No cabía la menor duda. La criatura lindísima y simpática que a él debía el ser estaba condenada, o a vivir como...

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