El clavo :13
- XIII -Dios dispone
Por aquí íbamos en nuestra conversación, cuando oímos fuertes aldabonazos en la puerta de la calle.
Eran las dos de la madrugada.
Joaquín y yo nos estremecimos sin saber por qué...
Abrieron; y a los pocos segundos entró en el despacho un hombre que apenas podía respirar, y que exclamaba entrecortadamente con indescriptible júbilo:
-¡Albricias! ¡Albricias, compañero! ¡Hemos vencido!
Era el promotor fiscal del Juzgado.
-Explíquese usted, compañero... -dijo Zarco, alargándole una silla-. ¿Qué ocurre para que venga usted tan a deshora y tan contento?
-Ocurre... ¡Apenas es importante lo que ocurre!... Ocurre que Gabriela Zahara...
-¿Cómo?... ¿Qué?... -interrumpimos a un mismo tiempo Zarco y yo.
-¡Acaba de ser presa!
-¡Presa! -gritó el juez lleno de alegría.
-Sí, señor; ¡presa! -repitió el Fiscal-. La Guardia Civil le seguía la pista hace un mes, y, según acaba de decirme el sereno, que suele acompañarme desde el Casino hasta mi casa,...
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