El cisne de Vilamorta: 28

Capítulo XXVII 28 Pág. 28 de 29 El cisne de Vilamorta Emilia Pardo Bazán ¡Qué paseo el suyo por las húmedas y encharcadas márgenes del Avieiro! Iba unas veces de prisa, sin causa alguna que le obligase a acelerar su marcha, y otras, también sin motivo, se paraba, quedándose con los ojos clavados en algún objeto; pero, en realidad, no viéndolo poco ni mucho... Un remordimiento, un pesar roedor, le mordía el corazón cuando recordaba el pasado: así como al naufragar un buque cada náufrago lamenta especialmente la pérdida de un objeto que a todos prefería, así Segundo, del ayer desvanecido ya, sólo echaba de menos un instante; un instante que quisiera a toda costa revivir; el del precipicio; el momento en que pudo conseguir digna y gloriosa muerte, arrastrando consigo al abismo la noble carga de sus ilusiones, y el cuerpo de una mujer que sólo en aquel minuto inolvidable pudo amarle de veras... ¡Cobarde entonces y cobarde hoy!, pensaba el poeta,...

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