El castigo de la miseria: 3
none
Pág. 3 de 5
El castigo de la miseria
María de Zayas y Sotomayor
No sabré decir si lo que agradó a los oyentes fue la suave voz de Marcela o los versos que cantó. Finalmente, a todo dieron alabanza, pues aunque la décima no era la más cultas ni más acendrada, el donaire de Marcela la dio tanta sal, que supliera mayores faltas. Y porque mandaba doña Isidora a Inés que bailase con Agustín, le previno don Marcos que fenecido el baile volviese a cantar, pues lo hacía tan divinamente, lo cual Marcela hizo con mucho gusto, dándosele al señor don Marcos, con este romance:
Ya de mis desdichas
el colmo veo,
y en ajenos favores
miro mis celos.
Ya no tengo que esperar
de tu amor, ingrato Ardenio,
aunque tus muchas tibiezas
mida con mi sufrimiento.
Que ya en mi fuego te yeles,
ni que me encienda en tu yelo,
que mueran mis esperanzas,
ni que viva mi tormento.
Como en mi confusa pena,
no hay alivio ni remedio,
ni le busco ni le pido,
desesperada padezco.
Pues de mis...
Está viendo el 10% del contenido de este artículo.
Solicitud de acceso
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
ACCESO COMPLETO
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
SIN PUBLICIDAD
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
ACTUALIZACIÓN
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales:
Enseñanza
Bibliotecas públicas