El armadillo

A. R. Lowel Esta es la época del añoen la que casi cada nocheaparecen, ilegales, los frágiles globos de fuego.Ascienden a la cima de la montaña, elevándose hacia algún santoaún venerado en estas tierras,y sus cámaras de papel enrojecen, se llenande una luz que va y viene, como corazones. Una vez en lo alto, contra el cielo,es difícil distinguirlos de las estrellas—es decir, los planetas, los coloreados:Venus que declina, o Marte o aquel otro, verde pálido. Una ráfaga,y se inflaman, titubean, vacilan, se agitan;pero quieto el aire, navegan seguros y atraviesanla armazón de cometa de la Cruz del Sur, retroceden y menguan y nos dejan—firmes ellos y solemnes— en el mayor desamparo;o impelidos desde un pico por corrientes descendentes,se convierten en súbito peligro. Anoche cayó otro de los grandes.Reventó como un huevo de fuegocontra el acantiladla espaldas de la casa.Chorrearon llamas. Vimos volar al par de búhos que allí anidan,alto, más alto, en...

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