El Anticristo:09
IX Yo combato este instinto de teólogo; he encontrado su rastro en todas partes. Quien tiene en las venas sangre de teólogo adopta desde un principio una actitud torcida y mendaz ante todas las cosas. El pathos derivado de ella se llama fe: cerrar los ojos de una vez por todas ante sí mismo, para no sufrir el aspecto de la falsía incurable. Se hace una moral, una virtud, una santidad de esta óptica deficiente, relativa a todas las cosas; se vincula la conciencia tranquila con la perspectiva torcida; se exige que ninguna óptica diferente pueda tener ya valor, tras haber hecho sacrosanta la suya propia con los nombres de “Dios”, “redención” y “eterna bienaventuranza”. He sacado a luz por doquier el instinto de teólogo; es la modalidad más difundida, la propiamente solapada, de la falsía. Lo que un teólogo siente como verdadero no puede por menos de ser falso; casi pudiera decirse que se trata de un criterio de la verdad. Su más soterrado instinto de...
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