El amigo Manso: 47
El amigo Manso Capítulo XLVII
de Benito Pérez Galdós
Capítulo XLVII - No me dejaba a sol ni sombra
Bendiciones mil a mi cariñosa vecina, que sin duda se había propuesto hacerme agradable la vida y reconciliarme con lo humano. ¡Ley de las compensaciones, te desconocerán los que arrastran una vida árida, en las estepas del estudio; pero los que una vez entraron en las frescas vegas de la realidad...! Abajo las metafísicas, y sigamos.
Fatigadillo estaba yo una mañana cuando... tilín. Era Ruperto, que me pareció más negro que la misma usura.
«Mi ama, que vaya luego...».
-Ya me cayó que hacer. ¿Qué ocurre? Voy al instante.
Hallé a Lica muy alarmada porque en el largo espacio de tres días no había ido yo a su casa. En verdad era caso extraño; me disculpé con mis quehaceres, y ella me puso de ingrato y descastado que no había por donde cogerme.
«Pues verás para lo que te he llamado, chinito. Es preciso que acompañes a D. Pedro...».
-¿Y quién es D....
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