El amigo Manso: 24

El amigo Manso Capítulo XXIV de Benito Pérez Galdós Capítulo XXIV - ¡Tiene usted que hablar! Pues tengo que hablar; no hay más remedio. Hay en sus palabras no sé qué de imperioso, de irresistible, que corta la retirada a mi modestia y me deja indefenso y solo entre los ataques de los organizadores de la velada. Al fin sucumbiré... Es necesario hablar. ¿Y sobre qué? Esto pensaba al retirarme aquella noche después de un paseo con Manuela, Irene y los niños, y cuando me acercaba a mi casa iba pensando qué orden de ideas elegiría para componer un bonito discurso. Lo mismo fue entrar en mi despacho y ver mis libros, que se encendió de súbito mi mente y de ella brotó inspiración esplendorosa. El saber archivado en mi biblioteca parecía venir a mí en rayos, como las voces celestes que algunos pintores ponen en sus cuadros, y yo sentí en mí aquellas voces, tonos y ecos distintos de la erudición, que me decían cada cual su idea o su frase. ¡Qué admirable...

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