Dos mujeres: 12

Capítulo XI 12 Pág. 12 de 34 Dos mujeres Gertrudis Gómez de Avellaneda Elvira estaba fuera de peligro, pero su situación era, según la opinión de los médicos, tan delicada que exigía un incesante cuidado. Por lo tanto, aquella noche, como la anterior, Catalina quiso velar a su lado y Carlos, como es de suponer, se presentó para acompañarla. Las horas pasadas en aquella habitación la noche última habían establecido entre ellos una cierta confianza, que años enteros de amistad en medio del bullicio del mundo no hubieran acaso producido. Volvieron a verse aquella segunda noche con el placer de dos compañeros de trabajos o peligros que se hubiesen separado por largos años, y se instalaron cerca de la enferma con la franqueza que inspira la seguridad de ser mutuamente agradables. Como Elvira descansaba tranquilamente, Catalina se apartó de junto a ella yendo a colocarse en un sillón al extremo opuesto del aposento, y dijo a Carlos con dulce...

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