Dos mujeres: 06

Capítulo V 06 Pág. 06 de 34 Dos mujeres Gertrudis Gómez de Avellaneda Si existe una felicidad para los hombres, si es posible alcanzarla sobre la tierra, la unión del amor con la virtud puede solamente darla. El amor santificado por la religión, el amor templado por la seguridad y la costumbre, el amor constituido en deber, el deber embellecido por el amor... ¡qué sublime, qué santa armonía! ¿Por qué la naturaleza en su eterna mudanza arrebata al hombre este estado divino de ventura? ¿Por qué no nos es dado hacer estable la concordancia del sentimiento y de la obligación? ¡Oh imperfección e inconsecuencia de la naturaleza humana! ¡Que el amor eterno, que es el voto del alma, no pueda ser cumplido por el corazón!... Pero Carlos y Luisa son tan dichosos!... ¡Oh! Alejaos, frías reflexiones, alejaos tristes luces de la verdad, que quiero recrearme en el espectáculo encantador de un amor feliz y casto. Mas no intentaré pintarle: las almas puras y...

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