Doña Perfecta : 7
Doña PerfectaCapítulo VII La desavenencia crece
de Benito Pérez Galdós
-Puede que creas -indicó doña Perfecta con ligero acento de vanidad-, que el Sr. D. Inocencio se va a quedar callado sin contestarte a todos y cada uno de esos puntos.
-¡Oh, no! -exclamó el canónigo, arqueando las cejas-. No mediré yo mis escasas fuerzas con adalid tan valiente y al mismo tiempo tan bien armado. El Sr. D. José lo sabe todo, es decir, tiene a su disposición todo el arsenal de las ciencias exactas. Bien sé que la doctrina que sustenta es falsa; pero yo no tengo talento ni elocuencia para combatirla. Emplearía yo las armas del sentimiento; emplearía argumentos teológicos, sacados de la revelación, de la fe, de la palabra divina; pero ¡ay!, el Sr. D. José, que es un sabio eminente, se reiría de la teología, de la fe, de la revelación, de los santos profetas, del Evangelio... Un pobre clérigo...
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