Doña Perfecta : 17

Doña PerfectaCapítulo XVII Luz a oscuras de Benito Pérez Galdós La galería era larga y ancha. A un extremo estaba la puerta del cuarto donde moraba el ingeniero, en el centro la del comedor y al otro extremo la escalera y una puerta grande y cerrada, con un peldaño en el umbral. Aquella puerta era la de una capilla, donde los Polentinos tenían los santos de su devoción doméstica. Alguna vez se celebraba en ella el santo sacrificio de la misa. Rosario dirigió a su primo hacia la puerta de la capilla, y se dejó caer en el escalón. -¿Aquí?... -murmuró Pepe Rey. Por los movimientos de la mano derecha de Rosario, comprendió que esta se santiguaba. -Prima querida, Rosario... ¡gracias por haberte dejado ver! -exclamó estrechándola con ardor entre sus brazos. Sintió los dedos fríos de la joven sobre sus labios, imponiéndole silencio. Los besó con frenesí. -Estás helada......

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