Don Álvaro o La fuerza del sino: 35
Escena quinta 35
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Don Álvaro o La fuerza del sino - Cuarta jornada
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D. ÁLVARO
¡Leonor! ¡Leonor! Si existes, desdichada,
¡oh qué golpe te espera,
cuando la nueva fiera
te llegue adonde vives retirada,
de que la misma mano,
la mano ¡ay triste! mía,
que te privó de tu padre y de alegría
¡acaba de privarte de un hermano!
No; te ha librado, sí, de un enemigo,
de un verdugo feroz, que por castigo
de que diste en tu pecho
acogida a mi amor, verlo deshecho,
y roto, y palpitante
preparaba anhelante,
y con su brazo mismo
de su venganza hundirte en el abismo.
Respira, sí, respira,
que libre estás de su tremenda ira.
(Pausa.)
¡Ay de mí! Tú vivías,
y yo lejos de ti, muerte buscaba;
y sin remedio las desgracias mías
despechado juzgaba:
mas tú vives, mi cielo,
y aún aguardo un instante de consuelo.
¿Y qué espero? ¡infeliz! de sangre un río
que yo no derramé, serpenteaba
entre los dos; mas ahora el brazo mío
en mar inmenso de...
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