Divertidas aventuras: 32

Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira Tercera parte - Capítulo I de Roberto Payró Aunque ya estuviese bastante acostumbrado a la vida intensa de la gran metrópoli, Buenos Aires me mareó en un principio, y este fenómeno se explica: hasta entonces sólo había ido allí por paseo, sin nada bien determinado que hacer, el tiempo completamente mío, contando siempre con el refugio hospitalario de mi ciudad, como un baluarte que me defendería en caso necesario, pudiendo elegir mis relaciones, retraerme o prodigarme, según me conviniera; simple visitante, en fin, a quien hasta los enemigos reciben corteses, como en un alto del combate; mientras que esta vez, iba a radicarme allí, con un plan de conducta establecido en sus grandes líneas, y obligaciones políticas y sociales, deberes de orden diverso, necesidades urgentes como la de ponerme al diapasón del gran centro, para no hacer un papel ridículo, sin contar ya con tirios y troyanos, como que entraba...

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