Divertidas aventuras: 10

Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira Primera parte - Capítulo X de Roberto Payró Mi madre me recibió con transportes de alegría, extraordinarios en ella, y después de abrazarme y besarme mil veces, como loca, se echó a llorar de pronto, sin preguntarme nada, mezclando sus besos, sus abrazos, sus risas y sus lágrimas con exclamaciones entrecortadas y frases de cariño. Era un alma amante la de Mamita, un alma apasionada que, sin embargo, no pudo tener en la vida más pasión que yo, olvidada como estaba por los hombres y por las cosas, y que sólo se desahogaba en una religión muy alta y muy pura, aunque bastante velada por la superstición, o, mejor dicho, por una especie de iconolatría quietista. Sólo después de largo rato me interrogó sobre los motivos de mi regreso -que adivinaba perfectamente-, y se condolió de mis padecimientos hasta las lágrimas. También es verdad que yo los describí con calurosa elocuencia, y que hubiera podido conmover a otra...

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