Del hilo, al ovillo

Tenía razones para dudar. Volvió a casa inesperadamente. La casa estaba desierta. En el vestíbulo, una madeja de lana, abandonada, yacía en el suelo; era la lana con que su mujer estaba tejiendo no sé qué, por matar el tiempo… o por tener pretexto de andar siempre con los ojos bajos. Bien lo comprendía él. —Todo está muy claro —se dijo—. En la lucha, o lo que sea, la labor ha caído al suelo. Pero la madeja se desenrollaba hacia el pasillo en un infinito hilo de lana azul. —Sigamos el hilo —pensó—. Por el hilo se saca el ovillo. Y, saltándole el corazón, empuñó el revólver. El hilo azul corría por el pasillo, entraba en el comedor, salía después por la otra puerta… Y él lo seguía de puntillas, anhelante, guiado en aquel laberinto de dudas y pasiones por el hilo azul. En su conciencia había una sombra impenetrable, cortada por un hilo azul infinito. El hilo seguía su camino misterioso. En el otro extremo del hilo —pensaba él— está la...

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