Del frío al fuego: 24

Capítulo XXIII 24 Pág. 24 de 27 Del frío al fuego Felipe Trigo Diciembre 24. -Nochebuena -nos ha dicho hoy el almanaque. Y es preciso creerlo, ahogado, aquí, viendo este blanco y sutil celaje inmóvil de tormenta, viendo correr por el agua quieta las manadas de delfines que también parecen salir a respirar mientras aguardo como un ansiado bien mi segunda ducha de antes del almuerzo. El cielo tiene una luminosidad siniestra de amenaza, sobre la calma del mar. -¡Señorito! -Hola, Juan. ¿Ya? -Sí, señorito. No está compuesta la avería, pero pueden bañarse los señores en un baño de señoras. Lo ha dicho el sobrecargo. Bajo, delante de Juan. Entro en el camarín que se me indica, y cierro. Esto de refrescarse lo solemos tomar despacio, el que le toca, con desesperación de los demás. Noto, sin embargo, que está el cuartito hecho un desastre. Los carpinteros y plomeros han interrumpido su obra, y yace el suelo lleno de aserrín, de clavos, de tacos de madera,...

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