Del frío al fuego: 09

Capítulo VIII 09 Pág. 09 de 27 Del frío al fuego Felipe Trigo El resto de la tarde lo empleo en mi cuestación caritativa, en compañía del capitán y don Lacio, pero al anochecer, la mucha mar obliga al capitán a retirarse al puente, y el fuerte mareo del pasaje entorpéceme no poco. Contamos el total, a las nueve de la noche, don Lacio y yo, en el comedor: quinientas ochenta pesetas. Pero es un horror el barco; se mueve y cruje por todas partes como desencajado a los furiosos vaivenes. El calor nos ahoga. Don Lacio, en fin, no es capaz de continuar dictándome la cuenta de justificación que yo escribo, y se retira al camarote... Prosigo solo, sacando fuerzas de flaqueza, por no ceder a este girar de luces y de cosas, y últimamente termino, encontrándome tan mal, que voy en demanda también de mi litera... No hay nadie por los pasillos. Tengo que asirme fuertemente a cada instante, para no dar contra las paredes. A través de las pequeñas puertas de caoba,...

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