Del frío al fuego: 06

Capítulo V 06 Pág. 06 de 27 Del frío al fuego Felipe Trigo Nos hemos dormido al fresco, don Lacio y yo. Nos despiertan marineros. Por la cubierta no luce más que un farol, y la luna alta sigue plateando las aguas. Indícasela claridad del alba por la proa. El baldeo va a empezar, ya apercibidas las bombas y amontonadas las sillas; y don Lacio propone una ducha. Lo más cómodo. Diariamente podremos tomarla aquí, ahorrándonos los cuartos ardientes y estrechos vaporados por cien cuerpos. No hay más que bajar al camarote a ponerse las chinelas y un trajecillo de hilo. Hallo práctica la idea, y cuando volvemos a subir veo que no somos dos, sino varios los fantasmas blancos que acuden al remojón: el médico, los oficiales de guardia... Don Lacio está, pues, informado de las costumbres marinas. Brilla lejos una luz, contra el fulgor del oriente. Es otro buque, por el vigía señalado, según dice el doctor, desde las once de la noche. Marcha menos; lo habremos de...

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