De tal palo, tal astilla:24

De tal palo, tal astillaCapítulo XXIV: De cuerpo entero de José María de Pereda Seguro de que el lector, por lo que ha visto y oído, no ha de decirme que levanto falsos testimonios, ni que falto a la caridad sacando a la pública vergüenza lo que es mejor para callado cuando las pruebas no abundan, y los juicios son, por ende, temerarios, voy a referirle en confianza lo poco que le falta saber, aunque parte de ello se lo haya presumido, del piadoso tutor y curador de las huérfanas de nuestra historia. Es cosa averiguada que sus maldades y picardías le pusieron en la necesidad de abandonar la capital del partido en que por muchos años ejerció el cargo de procurador. Al establecerse en Valdecines, su pueblo natal, como no era hombre capaz de perder el tiempo en ninguna parte, obedeciendo al impulso de una inveterada costumbre que era en él necesidad, tendió en su derredor los penetrantes ojos, diciéndose al propio tiempo: «¿Qué hay aquí de explotable y...

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