De tal palo, tal astilla:23

De tal palo, tal astillaCapítulo XXIII: La moral de aquel caso de José María de Pereda No es fácil cosa describir el cuadro de ideas encerrado en la mente de Águeda mientras fue desde su casa a la de don Sotero. Había en él sombras y contornos terribles; esbozos de colosales figuras; tintas indecisas y vagas; confusión, desorden, ruidos extraños que la aturdían y amedrentaban; pero ni una sola concepción detallada y en reposo en qué fijar la atención y dar rumbo al pensamiento. En tal estado de aturdimiento entró en el viejo caserón y llegó, conducida por el atento y comedido mayordomo, a la alcoba en que la hallamos encerrada cuando el tío y el sobrino hablaban de ella, según queda puntualizado más atrás. Agarrada con ansia a su mano, y medio envuelta entre los pliegues de su vestido, la acompañó Pilar, mirando horrorizada cuanto había que ver en la vetusta guarida de aquel hombre que se llevaba a las dos huérfanas, como si fuera amo y señor de ellas y...

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