De tal palo, tal astilla:13

De tal palo, tal astillaCapítulo XIII: Lo que se decía de José María de Pereda Ya que en Valdecines estamos, y de noche y con luna, hemos de dar un vistazo a la botica. Porque en Valdecines había, a la sazón, y habrá hoy probablemente, su poco de botica, de la cual se surtían, en los trances muy apurados de la vida, hasta siete pueblos de tres leguas en contorno. «Su poco de botica», dije, porque, en rigor de verdad, la de Valdecines no era botica por entero. Por de pronto, el boticario, hombre que ya pasaba de los sesenta, así manejaba la espátula en su laboratorio, como el zarcillo en la huerta, o el hacha en el monte cuando le pedían muy caro por bajarle un carro de leña, pues como él decía al tachársele estas inconveniencias profesionales, los tiempos corrían apurados, el arte no lucía, y la familia, femenina, sin una sola excepción, abundante y, desacomodada, a eso y a mucho más le obligaba..., por ejemplo, a ser industrial con matrícula, sin dejar de...

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