De Cartago a Sagunto : 21

De Cartago a Sagunto : 21 de Benito Pérez Galdós Con solícitos cuidados, mezclando en su lenguaje la expresión seria con la festiva, mi buen espolique se esforzaba en serenarme. Hízome tender en la cama, y sentado junto a mí apuró razones y cuchufletas para traerme a la percepción de la realidad. Yo le dije: «Quedamos en que tú eres El Sargentico. Bien:El Sargentico. Sobre eso ya no hay duda. Dime ahora cómo se llama este maldito pueblo donde estoy, pues mi memoria es esta noche como una jaula rota de la que se escapan todos los pájaros». Al oír el nombre de Tafalla, repetido tres veces por mi espolique, agarré el vocablo y me lo metí en la casilla más honda de mi cerebro. «Ya me vuelve poco a poco el sentido -dije incorporándome en el camastro-. Tafalla es esta ciudad, y a ella hemos traído un muerto que se llama... ¡ah, ya me acuerdo!... el General Concha... Y ahora,...

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