Danza de la muerte: 04

Comienza la farsa 04 Pág. 04 de 14 Danza de la muerte none Cámara en un palacio del Papa Papa ¡Oh, cuán sublimada que fue mi ventura! ¡Y cuán a sabor tan bien fortunado, venido de nada en tan alto estado; Vicario en la tierra de Aquel del altura, de quien, sobre toda cualquier criatura, poder me fue dado acá, sin dubdar, para absolver, ligar, desatar, según a sant Pedro! Verdad digo pura. Príncipes grandes, aunque emperadores, Reyes, perlados, señores potentes y todos Estados, me son obedientes, por ser desigual al mío y menores. Todos aquéstos me son servidores, por ser más divino mi oficio que humano; y todos procuran besarme la mano, por más que presuman de grandes señores. ¡Con cuánta humildad me sirven y acatan todos Estados, acá en este suelo! Pues para salud del alma y consuelo, remedios esperan de mí en lo que tratan; y si de lo tal verdad me relatan, puesto que a Dios se da la noticia, de mí son absueltos de toda inmundicia; que...

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