Curnonsky, apóstol de la sencillez
CURNONSKY, APÓSTOL DE LA SENCILLEZ
En cuanto acabó la Segunda Guerra Mundial la cocina francesa se encontró en una disyuntiva; y, no cabía ninguna duda, también en una fase decadente: la gran cocina de Escoffier moría abrumada por su propio prestigio, limitada por sus rituales, entristecida por sus dogmas que muchas veces no se podían cumplir por la desmesurada elevación de los precios de las primeras materias. Los viejos cocineros, tozudos y gloriosos, afirmaban que existían cinco mil recetas en la cocina francesa, y que sólo podía ser cocinero aquel que se sujetara a las líneas principales de estas recetas. Pero las circunstancias eran distintas y la alta cocina había entrado en la desoladora tristeza de los crepúsculos de las grandes artes.
En nuestro tiempo no pueden sobrevivir aquellos soberbios platos montados, aquella cocina solemne de la trufa y el foiegras, la opulenta sucesión de vinos susurrados por el sommelier al oído, la gravedad académica de las...
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