Cumandá:21
Cumandá
de Juan León Mera
Capítulo XX - Diligencias inútiles
(Conclusión)
Pero la anciana se ha postrado junto a su moribundo esposo, le sostiene la cabeza y le habla en voz baja entre sollozos. El viejo de la cabeza de nieve, al escucharla, abre y cierra con trabajo los amortiguados ojos varias veces, como llama de candil sin aceite, que muere y resucita alternativamente al suave aliento del aura.
-Mi marido se muere -dice Pona al misionero.
El padre se acerca a los dos ancianos salvajes.
-¿Eres Tongana? -pregunta, no obstante que sabe ya quién es, sorprendido de ver un repugnante cadáver que apenas alienta.
El indio abre los ojos y contesta:
-Soy Tubón.
Esa mirada sombría, esa voz, ese nombre descorren un velo ante la memoria del padre Domingo, y la espantosa historia de dieciocho años antes, se le presenta, como se le presentó la víspera: ve arder su casa, oye los gemidos de su esposa e hijos, percibe el chirriar de sus carnes abrasadas, los desentierra luego...
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