Cumandá:08

Cumandá de Juan León Mera Capítulo VII - Un poeta El joven Carlos de Orozco había solicitado y obtenido de su padre el permiso de seguirle a la misión. Se amaban profundamente, y a entrambos cuadraba muy bien el vivir como compañeros en las selvas. Carlos, además de un bonísimo corazón, debía a la naturaleza el don de clara inteligencia realzado por una ardiente pasión a las musas. Estas le hallaron en extremo sensible, y le abrieron y franquearon sin reserva sus tesoros; tesoros de poco o ningún precio para la gente enferma de raquitismo de espíritu y que sólo se deleita de las impresiones de la materia; pero de valor inmenso en el mundo moral, en el mundo de las almas nobles y generosas, que gustan de levantarse sobre las mezquindades de la tierra y aproximarse al cielo. Carlos fue, pues, tierno y dulce poeta casi desde niño. Pero la vida de los poetas se anticipa siempre a los años, y corre de principio a fin con un cortejo de pasiones de fuego que consume...

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