Cuesta abajo: 10

Día 12 de enero de 18... 10 Pág. 10 de 13 Cuesta abajo Leopoldo Alas –¡Allí está! –gritó Emilia–. Y dio un salto, como un gato que hubiera vuelto a encontrar la pista de un ratón en vano perseguido largo tiempo. Detrás del montón de yerba vislumbré por un segundo la falda de una bata de percal blanco con lunares rojos, muchos y muy pequeños. Pero a la voz de Emilia, que se lanzó tras el rastro, desapareció la tela. Es de advertir que, según supe después, estas dos señoritas, una de veinticuatro años y otra de quince y unos meses, pero que, como se verá, ya representaba sus diez y siete o diez y ocho, se entretenían casi todo el día en jugar a una cosa que llamaban ellas la queda, y consistía en dar una a otra un cachete suave y decir –Quedaste–, y enfurecerse la que había quedado, como si le hubiesen pegado la peste, y no descansar hasta poder devolverle la bofetadita a su hermana y decir a su vez –Quedaste–. Y así se pasaban la...

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