Cuando la mulata noche
Cuando la mulata noche
de Tirso de Molina
Cuando la mulata noche
con sus higas de azabache,
sale a estrellarse con todos
lleno el rostro de lunares;
cuando brujas y lechuzas
a lustras tinieblas salen,
a chupar lámparas, unas,
y otras a chupar infantes,
me salí confuso y triste
a buscar un consonante
¡forzosa pensión de aquéllos
que comen uñas y guantes!
Los ojos puse en la luna,
y vi que estaba en menguante,
porque tuviese mi bolsa
con quien poder consolarse.
Pero divirtióme de ella
un ¡ce! ¡ce! que por celajes
de un manto, fue Celestina,
creyendo yo que era un ángel.
Conocí que era mujer,
si ansí merece llamarse
una cara Polifema
y unos ojos Sacripantes.
Trabamos conversación,
porque quisiera trabarse,
no siendo de Calatrava
a un doblón Abencerraje.
Brindóme con una mano,
y a fe que bastó a picarme,
pues topé cinco punzones
en vez de cinco dedales.
Desde la mano a la boca
quise hacer un pasacalle
cuya población ha meses
que ya por el suelo...
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