Compañía (Felipe Garrido)

—Dámelo —pidió la más vieja de las dos mujeres, la que estaba en la cama. —No sé dónde lo tienes; nunca lo he visto —dijo la otra. —Búscalo allí, en el cajón —ordenó la que estaba acostada, bocarriba. Habló desde la posición en que se encontraba, sin volver el rostro, sin incorporarse, con la mirada fija, como si estuviera viendo las manchas que la humedad había ido dejando en el cielo raso. La más joven de las dos mujeres, la que caminaba de un lado a otro del cuarto, se acercó al cajón y lo abrió. Removió las peinetas de carey, los broches de granates y perlas, los camafeos, los medallones de esmalte. Alzó los ojos y miró a la otra mujer, en el espejo, entre almohadas, guardando silencios llenos del trabajo que le costaba respirar. —No lo veo —dijo—; a lo mejor lo perdiste. —En el fondo —insistió la más vieja, tosiendo—; busca atrás, debajo del papel. Había demasiadas cosas en el cajón. La mujer que estaba de pie comenzó a...

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