Cartero cheval

Nosotros los pájaros que encantas siempre desde lo alto de esos belvederes Y que cada noche no formamos más que una rama florecida de tus hombros a los brazos de tu carretilla bienamada Que nos desprendemos más vivos que centellas de tu muñeca Somos los suspiros de la estatua de cristal que se incorpora cuando el hombre duerme Y brechas brillantes se abren en su lecho Brechas por las que pueden percibirse ciervos de cuernos de coral en un claro del bosque Y mujeres desnudas en lo profundo de una mina Recuerdas te levantabas entonces descendías del tren Sin una mirada para la locomotora presa de inmensas raíces barométricas Que se queja en la selva virgen con todas sus calderas doloridas Sus chimeneas con humo de jacintos y movida por serpientes azules Te precedíamos entonces nosotros las plantas sujetas a metamorfosis Que cada noche hacíamos signos que el hombre puede sorprender Mientras su casa se desploma y se sorprende ante los engranajes singulares Que busca su lecho con...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información