Cartas para Julia

I Definitivamente el departamento había sido habitado por una mujer. Uno puede hacer esa clase de afirmaciones cuando al abrir la puerta de la que va a ser tu nueva casa miras las cortinas con flores y la luz de la tarde dando de lleno en los tapetes. La maceta de hojas casi marchitas, las duelas enceradas del piso. Uno puede hacer esa clase de afirmaciones cuando en el zaguán, debajo del número que marca el buzón de tu departamento, se lee todavía el nombre desconocido: Julia Villarreal, y se encuentra una carta dirigida a ella. El departamento se alquilaba con algunos muebles: cama, sillón, comedor; algunas lámparas, repisas; pero habría que llenar los huecos del esquelético departamento con otras cosas. Dos o tres libreros. El tocadiscos ahí, junto a la chimenea. Dejar el sillón junto a la ventana porque también querré ver la calle, los árboles, la gente que pasa. El teléfono sobre la repisa arriba de la chimenea. Afortunadamente el aparato estaba conectado como...

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