Capítulo II: Conversación

En una de estas casas recibía una señora amable y risueña gran número de visitas, con motivo de ser los días de su santo. Dirigiéndose a uno de los caballeros que se hallaba sentado en el círculo formado ante su sofá, le dijo: -¿Con que no habéis hallado casa? -No señora, -contestó el interrogado, que era forastero-: las que se me han proporcionado, unas son estrechas para mi numerosa familia, otras están en mal sitio; y mi mujer, que sale poquísimo, lo primero que me ha encargado es que la casa que tome esté bien situada. -No hay duda en que este vecindario aumenta; no se hallan casas, -dijo uno de los presentes. -Pero, señora, -añadió el forastero-, acabo de ver la inmediata casa a la vuestra, desalquilada; me convendría mucho, y no me habéis hablado de ella. -Es cierto, es cierto -repuso la señora; ha sido una inadvertencia; pero estamos tan acostumbrados aquí a contar esa casa entre los muertos, que no debéis extrañar no se me ocurriese sacarla de su...

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