Capítulo 24: La travesía en el coraclo

La isla del tesoro Capítulo 24: La travesía en el coraclo de Robert Louis Stevenson Ya era pleno día cuando desperté y me encontré a la deriva en el extremo suroeste de la Isla del Tesoro. El sol estaba alto, aunque aún se ocultaba tras la masa del Catalejo, que en aquella parte de la isla bajaba casi hasta el mar como cortado a pico y dando lugar a un asombroso acantilado. El cabo de la Bolina y el monte Mesana formaban como un recodo; desértico y sombrío el monte; el cabo, cortado por acantilados de cuarenta o cincuenta pies de altura y flanqueado por enormes peñascos caídos. Yo me encontraba a un cuarto de milla mar adentro y mi primera idea fue ir a tierra y desembarcar. Pero no tardé en abandonar este proyecto. Porque las olas rompían con estruendo contra las rocas derrumbadas, levantando grandes penachos de espuma y agua, y en ese fragor incesante me veía a mí mismo, de aventurarme a desafiarlo, destrozado contra las rocas o agotando mis fuerzas para escalar...

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