Cánovas : 21

Cánovas Capítulo XXI de Benito Pérez Galdós Tratábamos una mañana Segis y yo de esta interesante y hasta cierto punto divertida mudanza, cuando se llegó a nosotros la Condesa de Casa Pampliega cargada con un rimero de polvorientos librotes, que puso sobre un velador, diciendo: «Mi marido, que en gloria esté, heredó de su hermano Ramón la mar de libros viejos que yo he conservado largo tiempo en la bohardilla, entre los montones de trastos inservibles. Ayer mandé a Micaela que los bajase para dárselos al trapero con unos miriñaques míos, y los bragueros y otras prendas de mi difunto. Pero cuando la chica y yo quitábamos la mugre a los librachos, pensé que estos mamotretos son muy del gusto de don Antonio Cánovas, el cual tiene en su casa gran acopio de ellos y los cuida como a las niñas de sus ojos. Se me ha ocurrido que debo, no vendérselos, sino regalárselos, pues seguramente estimará mucho el obsequio. Si te parece bien, Segismundo, llévaselos tú mismo...

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