Cánovas : 14

Cánovas Capítulo XIV de Benito Pérez Galdós Después de aquel que yo no sabía si llamar suceso, fenómeno, pesadilla o caso real, caí en un estado parecido a la idiotez. Hablaba muy poco, no sólo por desgana de conversación sino porque sentía dificultad para articular las palabras. Advertí que Albitos mostrábase intranquilo respecto al curso de mi dolencia cerebral: la de la vista iba indudablemente mejor. Ya no tenía yo dolor en las sienes ni escozor en los ojos, ya veía un poco más. Pero hacíaseme imposible distinguir las facciones de la mujer que me servía. ¿Era Casiana, era Leona? ¿Era una sola que cambiaba de rostro a cada momento? Tocábale yo las orejas para ver si tenía brillantes. Mi olfato buscaba en sus vestidos el perfume que solía usar Leonarda. En las visitas de los amigos que iban a mi casa tampoco pude discernir si entre ellos hallábase Segismundo, pues las voces de todos me parecían la misma. Una noche de largo insomnio me levanté a...

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