Cánovas : 04

Cánovas Capítulo IV de Benito Pérez Galdós La recadista de mi Madre era una figura estatuaria, vestida con luengo túnico negro algo transparente... El estupor me cortó la palabra. Pero con instintivo movimiento traté de reconocer si era real o quimérico el bulto de aquella singular aparición. Al tocar con mi mano su hombro sentí la dureza y el frío del mármol, y vino a mi memoria lo que me aconteció en la fonda de Tafalla una mañana, cuando llamó a mi puerta con dedos de piedra una figura, que si no era la misma que delante tenía, se le asemejaba mucho. «Ya sé quién es usted -dije balbuciente-. En Tafalla... ¿se acuerda? -Sí; me acuerdo -respondió ella con voz dulce y queda, sonriendo-. Yo fuí la que llevó a usted un recado de mi santa Señora, en Tafalla, sí... cuando hicieron honras fúnebres al General Concha antes de traer acá su cadáver... y ahora vengo otra vez de parte de Mariclío. -¿Me trae usted carta? -No, don Tito. El mensaje de hoy es...

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