Cañas y Barro: 99

Capítulo VII 99 Pág. 99 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Al pasar Tonet dos días fuera de la taberna, se dio cuenta de lo mucho que amaba a Neleta. Tal vez influía en su desesperación la pérdida del alegre bienestar que antes gozaba, de aquella abundancia en la que se sumía como en una ola de felicidad. Faltábale, a más de esto, el encanto de los ocultos amores adivinados por todo el pueblo, la malsana dicha de acariciar a su amante en pleno peligro, casi en presencia del esposo y de los parroquianos, expuesto a una sorpresa. Arrojado de casa de Cañamel, no sabía dónde ir. Probó a contraer amistades en las otras tabernas del Palmar, míseras barracas sin más fortuna que un tonelillo, donde sólo de tarde en tarde entraban los que por deudas atrasadas no podían ir a casa de Cañamel. Tonet huyó de estos sitios, como un potentado que penetrase por error en un bodegón. Pasó los días vagando por las afueras del pueblo. Cuando se cansaba,...

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