Cañas y Barro: 81

21/10/2009 1.043 Palabras

none Pág. 81 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Neleta le llamó con voz dulce, en la que había algo de arrullo maternal. Sólo se veía su sombra sobre el montón de ovillos que llenaba la proa. La joven quería que descansase: debía detenerse un momento; lo mismo era llegar media hora antes que después. Y le hizo sentar junto a ella, indicando que en el montón de cáñamo estaría más cómodamente que en la popa. La barca quedó inmóvil. Tonet, al reanimarse, sintió la dulce proximidad de aquella mujer, lo mismo que cuando permanecía tras el mostrador de la taberna. Había cerrado la noche. No quedaba otra claridad que el difuso resplandor de las estrellas, que temblaban en el agua negra. El silencio profundo era interrumpido por los ruidos misteriosos del agua, estremecida por el coleteo de invisibles animales. Las lubinas, viniendo de la parte del mar, perseguían a los peces pequeños, y la negra superficie se estremecía con un chap-chap...

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