Cañas y Barro: 151

Capítulo X 151 Pág. 151 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Su carrera fue corta. Al salir a la Albufera vio cerca algunas barcas, oyó gritos de los que las tripulaban y quiso ocultarse, con el rubor del que se ve desnudo ante gentes extrañas. El sol parecía herirle; la inmensa superficie del lago le causaba miedo; necesitaba agazaparse en un rincón oscuro, no ver, no oír; y viró, volviendo a meterse en los carrizos. No fue muy lejos. La proa del barquito se hundió entre las cañas, y el miserable, soltando la percha, se dejó caer en el fondo de la embarcación con la cabeza oculta entre las manos. Por mucho tiempo callaron los pájaros, cesaron los ruidos en el carrizal, como si la vida oculta entre las cañas callase, aterrada por un rugido salvaje, un lamento entrecortado, que parecía el hipo de un moribundo. El miserable lloraba. Después del embrutecimiento, que le había conservado en completa insensibilidad, el crimen levantábase ante...

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