Calle de las sierpes

De Calcomanías A D. Ramón Gómez de la Sema Una corriente de brazos y de espaldasnos encauzay nos hace desembocarbajo los abanicos,las pipas,los anteojos enormescolgados en medio de la calle;únicos testimonios de una razadesaparecida de gigantes. Sentados al borde de las sillas,cual si fueran a dar un brincoy ponerse a bailar,los parroquianos de los cafésaplauden la actividad del camarero,mientras los limpiabotas les lustran los zapatoshasta que pueda leerseel anuncio de la corrida del domingo. Con sus caras de mascarón de proa,el habano hace las veces de bauprés,los hacendados penetranen los despachos de bebidas,a muletear los argumentoscomo si entraran a matar;y acodados en los mostradores,que simulan barreras,brindan a la concurrenciael miura disecadoque asoma la cabeza en la pared. Ceñidos en sus capas, como toreros,los curas entran en las peluqueríasa afeitarse en cuatrocientos espejos a la vez,y cuando salen a la calleya tienen una barba de tres días. ...

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