"Butch" Weldy

Después de recibir la religión y sentar cabeza me dieron trabajo en la fábrica de enlatados. Todas las mañanas me tocaba llenar el tanque de gasolina que estaba atrás, el tanque que alimentaba los sopletes que, en turno, calentaban los fierros de soldar. Y yo, para hacerlo, tenía que subir los travesaños de una raquítica escalera con todo y cubetas llenas de gasolina. Un día, al vaciar el líquido, el aire se inmovilizó y pareció hincharse. Me disparé con la explosión del tanque y caí con las piernas destrozadas; mis ojos se volvieron dos pedazos de carbón. Alguien dejó un soplete prendido y el tanque chupó la llama. El juez del distrito dijo que la culpa podría ser de cualquiera de mis compañeros y así el hijo del viejo Rhodes no tenía que pagarme nada. Me quedé en el banquillo, tan ciego como Jack el violinista, repitiendo la frase: “Jamás lo había visto”. Selección de poesía de Edgar Lee Masters Amanda Barker - Chase Henry - Juez Somers...

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