Brenda : 3

Brenda : 3La losa negra de Eduardo Acevedo Díaz El dos de noviembre fue un día hermoso y apacible. La afluencia considerable de gente que llenaba por completo las anchas aceras de la calle 18 de julio, en continuo y agitado vaivén, mantuvo por largas horas una animación inusitada en los suburbios y en el cementerio central, punto en que se detenía la concurrencia para rendir ofrendas a los muertos. El itinerario era forzoso, en ese día consagrado por la costumbre popular. Una cita tácita y solemne reunía en el recinto fúnebre a pobres y opulentos, alegres y tristes, humildes y soberbios, honrados y viciosos, cultos e ignorantes, escépticos y creyentes, cual si todos hubiesen acordado persuadirse una vez más de la nivelación absoluta que de las grandezas y pequeñeces humanas hace la madre tierra al abrir sus antros de eterno reposo. A lo largo del trayecto resaltaban los contrastes que luego se disipan al refundirse...

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