Bodas reales: XXIII

Capítulo  XXIII Pág. XXIII de {{{Reseña}}} Bodas reales Benito Pérez Galdós Quería Nuestro Señor poner a prueba la gran virtud y sublime paciencia de Doña Leandra, privándola de ver los campos manchegos, porque transcurrido el plazo de un mes que se había fijado para emprender el viaje, surgieron nuevas dificultades y entorpecimientos. Quebrantaba la salud de D. Bruno una irritación al hígado, que a más de producirle inapetencia mortal, le ocasionaba tristeza y molestias crueles. Era una razón más para largarse; pero el buen señor, lejos de sentir impaciencia, mostrábase cada día más perezoso y alegaba ocupaciones inopinadas. Veinte veces habían hecho y deshecho los equipajes la hija y la madre, engañando su anhelo con estos trajines, hasta que una mañana volvió D. Bruno a proponer a su esposa que partiera con Lea, dejándole a él en Madrid con los chicos y Eufrasia. Poco le faltó a la señora para caer con un síncope; tales fueron el...

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