Bodas reales: XXII

Capítulo  XXII Pág. XXII de {{{Reseña}}} Bodas reales Benito Pérez Galdós Si la opinión de Doña Leandra, cuando de política trataban en la familia, había sido hasta entonces de muy escasa autoridad, ya D. Bruno y las hijas empezaban a oírla con respeto, observando que cuantos vaticinios hacía la señora se cumplían estrictamente. No había más razón de esto que la amistad de Cristeta, puntual proveedora de noticias traídas del propio cosechero, dígase de Palacio. Según rezaba el catecismo del Régimen, debían dirigir la política la opinión y el Parlamento; pero una y otro, viviendo de acaloradas pasiones, carecían de poder para dar impulso a la gran máquina. Meneaban ésta manos obscuras, desconocidas entonces, pero que andando los meses y los años habían de ser descubiertas y sacadas a luz, como verá el que leyere. La inocente Reina, lanzada en el torbellino sin guía, sin consejeros leales, sin maestros de alta virtud y práctico...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información